Habitar el “entre”

Es raro estar entre una cosa y otra. Se siente inestable pero a la vez posible. 

Donde se encuentran dos puntos, se puede elegir entre pausar o mover, entre el sentir y lo lógico.

Decidir no es sencillo cuando la experiencia te recuerda, cuando sabes que todo implica cambiar, negar o escoger algo.

A unos les pesa más dejar ir, a otros hacerlo diferente, a otros comprometerse.

Sea lo que sea, el estado liminal es una oportunidad.

Liminal significa estar entre dos etapas o situaciones, como estar en un pasaje de un estado a otro, una situación en la que algo deja de ser lo que era para transformarse en algo nuevo. Por eso se hace ilusión a salas de espera, elevadores y corredores.

Dentro de esa transición es vital pausar, escuchar y a partir de esa propia verdad, actuar. 

Lo liminal se puede sentir sin forma, vacío y transitorio… y por lo tanto incómodo. En esa incomodidad existe algo desconocido que de otra forma no podríamos descubrir hasta no sentir el umbral. Todo es información para cruzar una frontera.

No debería de costar tanto dar saltos a lo desconocido, nos hemos creído la idea de seguridad, pero nada lo es. Todo es efímero, todo pasa, todo cambia.

Sin embargo, cuando las decisiones están regidas por el amor y por lo que disfrutamos, todo se siente más claro. Lo que no podemos controlar es externo, pero lo que siempre esta disponible es confiar.

¿Cuántos no se rigen o se detienen por lo que otras personas esperan, piensan o proyectan sobre sí?

Por otra parte lo liminal recuerda que no ir a ningún lado, también es algo, existe, solo es, solo está. En lo vacío también hay información, lo blanco da espacio.

Abrazar el estado liminal es como aprovechar un punto de inflexión con reflexión, en donde puedes decidir y por lo tanto crear, que gran posibilidad.

¿Hay algo que te está deteniendo para hacer lo que has tenido ganas de hacer? ¿Qué te emociona? ¿De qué te vas a arrepentir en 1, 5, 10 años si no lo haces pronto? 

Elegir es confiar. Decidir es atreverse. 

- Ada